El amor no es más que la alegría (I)

«El amor no es más que alegría acompañada por la idea de una causa exterior.»
Spinoza, Ética

1

La alegría del amor es independiente de su supuesta causa exterior, la cual es adoptada precisamente para racionalizar la inexplicable dicha amorosa.

O bien: el amor es un pensamiento, el andamiaje conceptual que sustenta una emoción singular, que la hace ingresar en una lógica.

O mejor aun: el amor es el esquema narrativo, la ficción con cuyos lugares comunes pervierte el amante una vivencia suya.

Etcétera, etcétera.

2

Simone Weil: “Les désirs sont vrais en tant qu’énergie. C’est l’object qui est faux.”

Lo mismo viene a decir Lacan: el deseo es intransitivo.

No deseo algo, sólo deseo. Aunque siempre haya algo que, en un momento dado, parezca avivar mi deseo.

Hay un error en el lenguaje del deseo, o más bien, siguiendo a Wittgenstein, es porque yo cometo el error de confiar ciegamente en la lógica de mi lenguaje que ésta me engaña sobre la realidad de mi deseo.

Pues, mientras que el deseo es intransitivo, su modo de expresión incorpora siempre un objeto. No digo deseo, sino deseo algo. Es mi gramática la que, arbitrariamente, ordena que mi deseo se materialice con algún objeto.

Esa objetivación me hace desear de una manera aparentemente transitiva, nombrando el objeto de mi deseo, el cual no es más que una idea que se acomoda en el espacio proyectado por la arbitrariedad lingüística.

Deseo y amo una imagen, un fantasma.